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domingo, 12 de febrero de 2012

La efectividad y seguridad de los productos no farmacéuticos: ¿Qué sabemos?, por Anna García-Altés (@annagaal)

Recientemente han saltado a la luz pública varios casos de productos sanitarios con problemas técnicos. Más allá de los casos concretos (implantes de mama en Francia, artroplastias de cadera en el Reino Unido, etc.), se pone de manifiesto un problema generalizado: la insuficiente regulación de los productos sanitarios.


A diferencia de los productos farmacéuticos, a los que las agencias reguladoras como la FDA y la EMA exigen eficacia y seguridad frente a placebo en el marco de un ensayo clínico,  los productos sanitarios enfrentan exigencias muy menores para llevar la marca CE. Pero el tema no es menor ya que son muchas las personas que utilizan algún producto sanitario: desde una jeringa, a un stent o marcapasos, pasando por la utilización de alguna prueba diagnóstica.

                                                                   
La revista The Lancet comentaba hace pocas semanas el “escándalo de la regulación de los productos sanitarios en el Reino Unido”, pero el problema es extrapolable a cualquier otro contexto. De hecho, la US Government Accountability Office, en un informe del año pasado afirmaba que el sistema de monitorización de la FDA no podía impedir que estuvieran en el mercado productos sanitarios no seguros, a la vez que el IOM -Institute of Medicine- llegaba a conclusiones parecidas y proponía que se desarrollara un marco regulatorio pre y postcomercialización que asegurara la efectividad y la seguridad de los productos sanitarios.
 
Como es imaginable, el panorama es todavía peor si nos movemos a otros productos o servicios que pretenden ostentar la etiqueta de “productos para la salud”, puesto que la regulación es en este caso inexistente. Aquí podemos encontrarnos con fármacos homeopáticos, los alimentos funcionales o técnicas de acupuntura. El problema vuelve a ser importante, puesto que en términos poblacionales son muchos los ciudadanos que recurren a su empleo. 
En ausencia de adecuados controles, hasta la prensa general puede apreciar las implicaciones de lo que El País títulaba "La fe del escéptico", aplicada a cuatro ejemplos de salud: las terapias alternativas (sin fundamento científico), la homeopatía (que se sabe inefectiva), las ondas electromagnéticas (sin efectos adversos demostrado), y los movimientos antivacunas.
Ah! Este post está inspirado y documentado a partir de un cruce de mails entre varios colaboradores de GCS Gestión Clínica y Sanitaria. Como es usual, el agradecimiento a su estímulo no les hace complices de los posibles errores.

viernes, 18 de marzo de 2011

Posibles luces en el futuro desarrollo de nuevos medicamentos, por Ferrán Catalá

Un reciente editorial de  The Lancet hacía balance del desarrollo de nuevos medicamentos en la Unión Europea durante el último año (AQUÍ). En términos generales, 2010 ha sido calificado como un año algo “flojo” si se tiene en cuenta que todo apunta a que el número de nuevas autorizaciones de nuevos medicamentos ha sido inferior respecto al año 2009. De algún modo, parece que los Editores ligan el éxito o fracaso del desarrollo farmacoterapéutico a las cantidades – mayor o menor volumen de autorizaciones –sugiriendo que esto debería corregirse en los próximos años. Seguramente no sea éste el único problema de fondo. 
 Datos cedidos por los autores de (ESTE) y (ESTE OTRO) trabajo.

Más recientemente ha salido publicado en la misma revista un comentario (ÉSTE) en el que colaboradores habituales de GCS –Gestión Clínica y Sanitaria –puntualizamos brevemente algunos aspectos como:
1) El éxito o fracaso en el desarrollo de medicamentos debería analizarse en un horizonte a más largo plazo, quizás por el carácter impredecible que se atribuye generalmente a la investigación. De no ser así, cualquier comparación cortoplacista puede llegar a conclusiones erróneas. Sobre todo, porque el año 2009 ha sido el “más productivo” en términos de autorizaciones, desde que la Agencia Europea de Medicamentos fue creada (ver figura). También fue en el que un mayor número de genéricos y biosimilares fueron registrados (a partir del año 2007). Esto tiene su contrapartida, sobre todo en un procedimiento de autorización como es el centralizado que se caracteriza por pretender promover la incorporación de medicamentos que constituyen una innovación terapéutica o avance tecnológico.
2) Tener en consideración el número de nuevos principios activos o moléculas en lugar del número de nuevas autorizaciones, pues una molécula puede obtener más de una autorización de comercialización (p.ej., medicamentos “copia” con distinto nombre comercial respecto al de referencia, genéricos, biosimilares, etc.)
3) Analizar que las nuevas moléculas suponen ventajas en términos de valor terapéutico añadido en las indicaciones autorizadas (VER). Para ello, sería interesante una mayor interés regulador por la realización de estudios de efectividad y seguridad comparada (frente a comparador activo y no frente a placebo), trabajar por mejorar la adherencia de los pacientes a los tratamientos, mitigar los riesgos potenciales e identificados a través del desarrollo de sistemas eficientes de gestión de riesgos, considerar la diversidad de los pacientes en la atención o que los nuevos medicamentos ofrezcan un perfil de eficiencia favorable (“value for money”). Siendo esto último de especial interés para orientar las decisiones de fijación de precio posteriores a la autorización de comercialización.
4) Redirigir el desarrollo de fármacos hacia áreas desatendidas que puedan posibilitar importantes mejoras de salud, como podrían ser las enfermedades neuropsiquiátricas, las cardiovasculares, las respiratorias, de los órganos de los sentidos, las enfermedades digestivas  o las perinatales, por mencionar algunos ejemplos (ver aquí). Para ello, podría sugerirse más incentivos económicos en el desarrollo de fármacos que sean efectivos contra enfermedades con una elevada carga social en la población. Ello incluiría incentivos a la innovación, ampliando el período de exclusividad, o el incremento de precio para medicamentos en determinadas necesidades poblacionales.

Finalmente, algunas de estas recomendaciones (y otras tantas) podrían ser relevantes a la hora de orientar los debates sobre el diseño de posibles agendas u hojas de ruta para un futuro desarrollo de medicamentos (ver AQUÍ el "road map" publicado por la Agencia Europea de  Medicamentos).
Ferrán Catalá López