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miércoles, 9 de noviembre de 2011

Midiendo el bienestar de la población, por Anna García-Altés

¿Se acuerdan de aquello de “¿cómo están ustedes?” que decían los payasos de la tele? Pues, últimamente, hacer esta pregunta y medir la manera de responderla está de moda.

En febrero de 2008, en medio de la amenaza de crisis financiera global, el presidente de Francia, Nicolás Sarkozy, pidió a Joseph Stiglitz, Amartya Sen y Jean Paul Fitoussi establecer una comisión de economistas para estudiar si el PIB -la medida más ampliamente utilizada para medir la actividad económica- es un indicador fiable del progreso económico y social, y para trazar una agenda para el desarrollo de posibles mejores medidas.


El resultado de esta comisión se editó el año pasado en forma de libro (Mismeasuring our lives). Los autores ponen el dedo en el ojo a Simon Kuznets, poniendo de relieve las limitaciones del indicador que él desarrolló en los años 30. Algunos ejemplos son el hecho que no incorpora la distribución de la riqueza dentro del país, ni nada que no sea producción (por lo que deja de lado la valoración de la salud, educación, el medioambiente o el nivel de desarrollo democrático).

Recogiendo el testigo de este trabajo, un grupo de investigadores de Canadá han desarrollado un índice que mide el bienestar de su población e incluye el nivel de vida, actividad comunitaria, involucración democrática, educación, estado de salud, medioambiente, uso del tiempo, y ocio y cultura (Canadian Index of Wellbeing). Comparando, vemos que de 1994 a 2008, el PIB de Canadá aumentó un 31% mientras que el índice sólo aumentó un 11% (penalizado por el medioambiente, el uso del tiempo y el ocio y la cultura).

Con miras más amplias, la OECD ha utilizando un índice muy parecido para comparar todos los países de su ámbito. Tiene gracia visitar su página web, ya que el índice es interactivo, es decir, cada cual puede dar la ponderación que crea más conveniente a las variables que lo componen y reordenar los países de manera acorde. Dando el mismo valor a todas las variables, el Estado español sale por encima de la media en nivel de vida, actividad comunitaria, gobernanza y estado de salud, y queda por debajo en empleo, educación y medioambiente. El índice se correlaciona muy bien con preguntar simplemente a la gente “¿cómo de satisfecho está usted con su vida?”, encuesta realizada por la OECD y que ha tenido repercusión en el The Economist .

A lo mejor ocurre como con el estado de salud: una pregunta tan aparentemente simple como “¿cómo valora usted su estado de salud?” es un predictor excelente de mortalidad y de consumo de recursos sanitarios. Ahora resultará que los payasos de la tele le pueden hacer la competencia a Kuznets.

domingo, 23 de octubre de 2011

Cochrane contra la crisis, por Vicente Ortún

El pasado sábado 22 tuve el placer de compartir la última sesión plenaria del 19º Coloquio Internacional Cochrane con Kay Dickersin y Rafael Bengoa. En tanto que economista algo comenté sobre la crisis, y más allá del aumento de suicidios en Grecia, eché mano del excelente artículo de Celia Dávila y Beatriz González López-Valcárcel "Crisis económica y salud" (ÉSTE).

- La renta es una cosa pero el bienestar incluye muchas otras: salud, educación, actividades personales (trabajo importantísimo), capacidad de influencia, amistades y relaciones sociales, entorno, seguridad física y económica…

- El impacto de la crisis económica suele ser virulento en países en vías de desarrollo. En cambio, el impacto de la crisis en países desarrollados depende de su organización. Mientras Rusia vió descender en seis años su esperanza de vida al nacer en hombres entre 1990 y 1994 (de 64 a 58), Finlandia vio mejorar su salud en el mismo período a pesar de que su tasa de desempleo se multiplicó por nueve (del 2% al 18%).

- Claro que Finlandia es un país nórdico, de esos que tienen Estados de Bienestar (EB) compatibles con la competitividad económica: abiertos al mundo y con los incentivos (a trabajar) correctos. El Mezzogiorno europeo comparte unos EB poco equitativos y poco eficientes. El problema no es el EB, sino qué tipo de EB.

- ¿Y los determinantes de la salud? ¿No es ahora cuando España, como segundo país del mundo, en consumo de medicamentos podría considerar subir las pensiones en una cantidad equivalente al 50% de las recetas inadecuadas a las que pensionistas sobremedicados renunciaran? ¿O pensar más en aquellos gastos sociales que no tienen lobbies ni corporaciones que los defiendan pese a que su impacto en la salud sea mayor que el de los servicios sanitarios?     

- ¿Y el conocimiento como el que Cochrane aporta? ¿No ha de servir para eliminar el 20% de grasa perjudicial de nuestros servicios sanitarios? Una parte de las decisiones afecta a la cartera de servicios: No financiemos públicamente más que Suecia, Holanda o Reino Unido. Otra, la más importante, afecta a las decisiones clínicas pues el problema radica en la inadecuación prestación-indicación.

- Seguro que podremos encontrar muchos sectores peores que el sanitario pero no valen condiciones suspensivas que lleven a la desidia. La ética profesional exige, más que nunca, racionalidad…acompañada de una presión para obtener procesos de decisión social más legítimos que los actuales.   

Vicente Ortún

Decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales

Universidad Pompeu Fabra

(recorte presupuestario del 15% en 2011)
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lunes, 7 de febrero de 2011

Invertir en infancia, educación y vivienda para mejorar la salud de la población

El American Journal of Preventive Medicine publica en su suplemento de enero los principales resultados del informe “Overcoming obstacles to Health: a Report from the Robert Wood Johnson Foundation to the Commission to Build a Healthier America”, accessible gratuita y legalmente a través de la web de la RWJF (AQUÍ ).

Al estilo del informe de la comisión sobre los determinantes sociales de la salud de la Organización Mundial de la Salud liderada por Sir Michael G. Marmot (AQUÍ), esta publicación se hace eco de la relación no proporcional entre gasto sanitario y salud de la población y de la existencia de desigualdades de salud entre e intra paises, para hacer recomendaciones concretas de políticas y de investigación.

Entre las políticas destacan claramente tres: asignar recursos para dar respuesta a las necesidades de los niños y niñas de familias con bajo nivel de ingresos, mejorar el nivel educativo de la población, y crear entornos de vida sanos (incluyendo la vivienda, el transporte y el ocio). Los lectores de GCS-Gestión Clínica y Sanitaria ya tenían algún conocimiento sobre estos temas, pues algunos de ellos habían sido tratados en la revista (por ejemplo AQUÍAQUÍ o AQUÍ).

En un contexto de crisis económica como el actual, en el que se están planteando reorientaciones  del gasto sanitario, estas recomendaciones son relevantes a la hora de diseñar una posible redistribución de recursos dirigida a obtener más resultados en salud y más equitativamente distribuidos.