martes, 13 de mayo de 2014

A vueltas con la bolsa de la vida. Actualizaciones sobre el MIR, por Anna García-Altés (@annagaal) y Ricard Meneu

En este breve post volvemos sobre un tema ya tratado anteriormente aquí. Y es que en las últimas semanas se llevó a cabo el proceso de elección de especialidad de los MIR.  Inicialmente nos llegó alguna noticia esperanzadora: Entre las primeras 1718 personas en escoger especialidad, 33 de ellas habían elegido medicina familiar y comunitaria (MFC). De los 350 primeros, 4 pidieron MFC, una cifra que recientemente no se alcanzaba hasta pasar los 1.000 candidatos.

Pero a pesar de esa relativa mejora respecto a los últimos años,  siguen siendo malas noticias para una especialidad que nos hartamos de repetir a toda hora y en todos los contextos – al parecer sin creérnoslo - que ha de ser el centro del sistema sanitario. Quizás es que esta frase la usamos como un mantra, una jaculatoria, el golpear de los chapines de Dorothy en Oz para conseguir volver a casa: si la repetimos suficientes veces, se hará realidad, ya que de otro modo es dificil que suceda pues no hacemos nada para resolver el problema.

 

Si volvemos sobre este tema es porque, desde el post citado, algunos colaboradores habituales de Gestión Clínica y Sanitaria han aportado investigaciones relevantes en publicaciones punteras. Según los resultados del primer estudio publicado por Beatriz González, Vicente Ortún, Patricia Barber y Jeff Harris, la posibilidad de encontrar trabajo es el factor clave a la hora de escoger especialidad por los MIR. El prestigio, la oportunidad dedesarrollo profesional y la posibilidad de remuneración en el sector privado son también importantes. Tal y como argumentan los autores, a la vista de los pocos profesionales de medicina familiar y comunitaria, se debería aprovechar la importancia que se le da a la posibilidad de encontrar de trabajo para estimular que más estudiantes escojan esta especialidad. 

En la segunda publicación estos mismos autores comentan que las políticas enfocadas a incrementar el prestigio de la especialidad de medicina familiar y comunitaria y la remuneración de los profesionales son eficientes, pues aumentarían el número de profesionales que escogerían esta especialidad, y equitativas, ya que permitirían que los mejores estudiantes fueran los primeros en hacer su elección.

Mientras, la única especialidad de la que han quedado plazas -108 – sin adjudicar es MFC. Las 1574 asignadas no deben hacer olvidar que las 50 últimas que se solicitaron eran, sin excepción, de medicina familiar y comunitaria. La última por el número 6.392. En medio del desempleo existente, que un 6,5% de las plazas de MFC queden desiertas  debería encender algunas alarmas.