domingo, 3 de junio de 2012

Osteoporosis, riesgos, antirresortivos densitometrías y … despilfarro, por Salvador Peiró


La revista Osteoporosis International acaba de publicar un artículo de nuestro grupo de investigación en el CSISP titulado  “Prevalence of osteoporotic fracture risk factors and antiosteoporotic treatments in the Valencia region, Spain. The baseline characteristics of the ESOSVAL cohort” que, entre otras cosas, contiene aspectos interesantes para la gestión clínica y sanitaria. Interesante no quiere decir que todo el artículo, ni siquiera su mayor parte, vaya a seducir a los lectores interesados en GESTION CLINICA Y SANITARIA. La parte menos atractiva para estos lectores  tiene que ver con el gran tamaño de la cohorte (más de 11.000 personas mayores de 50 años), la inclusión de más de 5.500 hombres (que hasta no hace mucho se libraban de que los marearamos con la osteoporosis), el tipo de pacientes (reclutados en consulta de atención primaria con la colaboración ¡gracias, gracias, gracias! de más de 500 médicos y enfermeras) y los métodos de seguimiento (con el empleo de la historia clínica electrónica como cuaderno de datos). Probablemente tampoco van a disfrutar con la prevalencia de los factores de riesgo o la cuantificación del riesgo de fractura mediante el instrumento FRAX (al que se le ponen algún que otro reparo).

El trabajo muestra que sólo el 0,7% de las mujeres entre 50 y 65 años tiene un riesgo de fractura cadera superior al 3% en 10 años. Este punto de corte es el que se utiliza en las guías clínicas de algunos países para indicar el tratamiento. Sin embargo, el 22% de las mujeres de este tramo de edad recibían tratamiento antirresortivo y un 27,4% habían recibido una densitometría en los últimos 24 meses. La densitometría en mujeres de menos de 65 años es una de las pruebas identificadas como de escaso valor clínico en un (excelente!) trabajo publicado recientemente en Annals of Internal Medicine

 Diputadas y senadoras de diversos grupos políticos haciéndose una densitometría (previsiblemente) innecesaria en el marco de una campaña promocional.

España es medalla de plata en el Mundial de consumo de fármacos, pero obtuvo el oro en antiosteoporóticos (Véase el informeExtent and causes of international variations in drugusage: a report for the Secretary of State for Health by ProfessorSir Mike Richards”). Incluso por delante de Estados Unidos.

Es difícil saber cuanto gastamos en densitometrías innecesarias que llevan a tratamientos innecesarios. El gasto en antirresortivos aproxima los 500 millones de euros anuales. Probablemente, algo más del 50% se destina a personas sin riesgo. Ningún beneficio y algunos efectos adversos (necrosis mandibular, fracturas de huesos largos …).  Es un buen ejemplo de despilfarro, pero no es el único ejemplo. 

La extensión de las  indicaciones preventivas a grupos poblacionales de bajo riesgo es una de las formas de despilfarro más comunes en el Sistema Nacional de Salud. Incluyen los hipolipemiantes (casi 1000 millones en 2010) en prevención primaria en personas de bajo riesgo, las pruebas preoperatorias rutinarias, el uso generalizado de inhibidores de la bomba de protones, ecografías cardiacas en personas asintómaticas con soplos inocentes, … 

El despilfarro está de moda en la literatura médica. Berwick, en un recienteartículo en JAMA cifraba en un 20% del gasto sanitario los costes del despilfarro para el sistema sanitario estadounidense. Tocaría empezar a hacer cuentas en el SNS. Tocaría empezar a dejar de hacer lo que nunca debimos hacer. De alguna forma, para salir del agujero lo primero es dejar de cavar.