miércoles, 19 de septiembre de 2012

Lecturas tras el verano. ¿Quién teme al copago?, por Ricard Meneu

Ahora que una aparente mayoría cree que ya se implantado un  copago que siempre hubo, puede ser el momento de dejar de cavar inútiles trincheras frente a enemigos imaginarios y empezar a abordar los copagos – los que había, los que hay y los que habrá – como el resto de cuestiones del SNS, es decir, atendiendo a su eficacia y resultados, buscando su mejora. No se me ocurre mejor manera que leyendo el inverosímilmente ameno  libro de Jaume Puig Junoy titulado ¿Quién teme al copago?. El papel de los precios en nuestras decisiones sanitarias. 

El libro no pretende ahondar en  la  estéril discusión sobre  si “el copago sanitario es bueno o malo, sino aportar pruebas y conocimiento científico sobre sus efectos, de manera que podamos utilizar la información para tomar decisiones más acertadas y más saludables”.  No sorprende que la revisión de esa literatura sea una pesquisa reflexiva,  interpretando con esmero e inteligencia sus resultados, para responder a las preguntas realmente relevantes frente a las certezas simplistas  y generalmente erradas o  falsamente avaladas. Tal explotación  concienzuda era previsible conociendo las aportaciones previas del autor, tanto  en investigaciones empíricas como en revisiones sistemáticas (AQUÍ) 

Lo que resulta menos esperable y más gratificante es como esa concienzuda exploración del conocimiento disponible  - siempre insuficiente, pero mejor que cualquier pancarta de conveniencia – ahonda  en la racionalidad de los comportamientos y el modus operandi de los distintos copagos estudiados, y lo hace  con el empeño de una buena novela policiaca. Así, el libro excede el estrecho margen de los copagos  y apunta al comportamiento ante distintos menús de aseguramiento,  ampliando la comprensión sobre algo que, aunque desazonador para muchos, no deja de  parecer cada vez más necesario.

Escrito con un envidiable conocimiento de la peripecia de los llamados copagos en las tres últimas décadas, el libro aterriza sus enseñanzas  sobre las nuevas modalidades de copago recién implantadas. O al menos sobre sus luces y sombras ya visibles, en espera de poder disponer de los datos que permitan juzgar este “experimento natural” o “experimentar sin experimento” que supone  no sólo el cambio de situación, si no la coincidencia en el tiempo de diferentes modalidades  autonómicas, incluyendo el “tripago”catalán

Su lectura, recomendable para casi cualquier seguidor de Gestión Clínica y Sanitaria, sólo tiene un efecto indeseado.  El recordarnos a lo largo de sus páginas  nuestras insuficiencias ciudadanas que permiten que nuestros gobernantes puedan introducir modificaciones sin consultar  la mínima evidencia disponible, la que se exige, por ejemplo, a cualquier medicamento para ser aprobado.
 

martes, 10 de julio de 2012

Cotilleo bibliométrico sobre la joven historia de la economía de la salud, por Marisol Rodríguez

Si alguien quiere cotillear quién es quién en economía de la salud, cuáles son las principales instituciones de producción de la investigación en esta disciplina, sobre qué temas se escribe, cuáles son los artículos más citados y cómo dichos temas han ido subiendo o bajando en popularidad, entonces lean el artículo de Adam Wagstaff y Tony Culyer Four decades of health economics through a bibliometric lens aparecido recientemente en el Journal of Health Economics (volumen 31,  pp.406-439), o su encarnación previa como Policy Research Working Paper 5829 del World Bank.

Si su curiosidad no es tanta y no quieren entretenerse en examinar los detalles de las largas tablas del hit-parade, entonces convendrá esperar a leer el resumen y comentario que he preparado para Gestión Clínica y Sanitaria, donde recojo los resultados principales. Si lo que quieren es un intermedio, entonces sigan leyendo este post.

Los autores hacen un repaso de los últimos cuarenta años de la economía de la salud como disciplina a través de un tour bibliométrico usando como principal fuente de datos EconLit, complementada con  información sobre el número de citas procedente de Google Scholar y una clasificación por temas ad hoc hecha por los propios autores. El número de publicaciones  extraídas asciende a 33.000 aproximadamente. El análisis del impacto o la influencia de un autor, revista o institución se mide a través del Índice-h (Hirsch, J.E., 2005. An index to quantify an individual’s scientific research output. Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America 102, 16569) y diversas variantes del mismo, unas propuestas por los propios autores y otras no. En esencia, dicho índice, que ha sido implementado rápidamente por  SCOPUS y la Web of Science, resulta del contaje del número de publicaciones  y el número de veces que cada publicación aparece citada. En las variantes se dan diversas ponderaciones a unas y otras o se tiene en cuenta el número de artículos publicados al año (en el caso de las revistas).

Los tres artículos más citados en estos cuarenta años son el de Daron Acemoglu (The colonial origins of comparative development: an empirical investigation, The American Economic Review, 2001), el de Kenneth J. Arrow (Uncertainty and the welfare economics of medical care, The American Economic Review, 1963), y el de Michael Grossman (On the concept of health capital and the demand for health, Journal of Political Economy, 1972).

En cuanto a temas, a lo largo del tiempo  se observa una tendencia creciente hacia la epi (determinantes de la salud) y la estadística y econometría, mientras que el análisis de la oferta de servicios sanitarios y de los seguros médicos decae –al menos, por lo que respecta a los 50 artículos más citados en cada década.
El elenco de los diez primeros autores, entre la lista de 100 mencionados, nos deja 8 norteamericanos, un británico y un belga que trabaja en Holanda. A la cabeza, David Cutler, que ha sido invitado alguna vez a nuestras Jornadas de Economía de la Salud, seguido de Jonathan Gruber, profesor del MIT y gran cerebro detrás de la reforma sanitaria de Obama.
Los principales centros de producción bibliográfica son, de nuevo, estadounidenses. Hay que bajar hasta el puesto 22 para poder recoger al menos una universidad canadiense (McMaster) y tres europeas: una británica, una holandesa y una sueca. Entre las 100 primeras no aparece ninguna institución española.

El predominio de Estados Unidos, en su conjunto, también es abrumador tanto como país productor de publicaciones como país objeto de análisis en las mismas. España aparece en décimo lugar entre los países que originan la investigación, por detrás de otros países más pequeños, como Holanda, Suecia, Suiza y Noruega, pero por delante de otros más grandes, como Italia y Francia.

Finalmente, extraemos las 20 principales revistas, entre las 100 citadas que aparecen en la tabla 12.


Naturalmente, el trabajo está sujeto a numerosas críticas, empezando por la elección de la base de datos. Los autores no ignoran que escogiendo EconLit están cometiendo pecados de acción y de omisión. Pero por diversas consideraciones que se discuten en el artículo, EconLit resulta preferible a otras bases de datos bibliográficas, como Scopus, MedLine o el SSCI. Los autores admiten que esto excluye numerosos artículos muy influyentes en la disciplina que han sido publicados en revistas de carácter más médico o de salud pública, como Health Affairs, Social Science and Medicine, The Lancet, the NEJM, JAMA, the British Medical Journal, etc.

Otra crítica, incluso más importante, tiene que ver con los indicadores de impacto utilizados. Este es un punto muy sensible que tampoco tiene fácil solución. Tener muchas citas no es exactamente equivalente a ser un buen economista de la salud o tener mucha influencia, ni en la profesión ni entre los que han de tomar las decisiones de política sanitaria.  Hay especialistas en temas muy concretos que producen trabajos muy buenos sobre ese tema, pero que no dominan el panorama general de la disciplina ni su trabajo es conocido en los círculos de la administración sanitaria.

Teniendo en cuenta todo lo anterior, quizás no deba importarnos mucho la relativamente baja posición de España en estos rankings. 

Pero en caso de que nos importara, una medida a tomar sería cuidar de poner  los códigos JEL referidos al ámbito de la salud en nuestras artículos (presentes en EconLit están Hacienda Pública Española, Investigaciones Económicas y Revista de Economía Aplicada), puesto que estos códigos son los que definen una publicación como de “economía de la salud” en este y otros trabajos bibliométricos previos. También se podría hacer algún tipo de consorcio que agrupara los principales centros de investigación españoles, para que la dispersión no nos haga perder fuerza y visibilidad. Pero esto seguramente es más difícil.

domingo, 3 de junio de 2012

Osteoporosis, riesgos, antirresortivos densitometrías y … despilfarro, por Salvador Peiró


La revista Osteoporosis International acaba de publicar un artículo de nuestro grupo de investigación en el CSISP titulado  “Prevalence of osteoporotic fracture risk factors and antiosteoporotic treatments in the Valencia region, Spain. The baseline characteristics of the ESOSVAL cohort” que, entre otras cosas, contiene aspectos interesantes para la gestión clínica y sanitaria. Interesante no quiere decir que todo el artículo, ni siquiera su mayor parte, vaya a seducir a los lectores interesados en GESTION CLINICA Y SANITARIA. La parte menos atractiva para estos lectores  tiene que ver con el gran tamaño de la cohorte (más de 11.000 personas mayores de 50 años), la inclusión de más de 5.500 hombres (que hasta no hace mucho se libraban de que los marearamos con la osteoporosis), el tipo de pacientes (reclutados en consulta de atención primaria con la colaboración ¡gracias, gracias, gracias! de más de 500 médicos y enfermeras) y los métodos de seguimiento (con el empleo de la historia clínica electrónica como cuaderno de datos). Probablemente tampoco van a disfrutar con la prevalencia de los factores de riesgo o la cuantificación del riesgo de fractura mediante el instrumento FRAX (al que se le ponen algún que otro reparo).

El trabajo muestra que sólo el 0,7% de las mujeres entre 50 y 65 años tiene un riesgo de fractura cadera superior al 3% en 10 años. Este punto de corte es el que se utiliza en las guías clínicas de algunos países para indicar el tratamiento. Sin embargo, el 22% de las mujeres de este tramo de edad recibían tratamiento antirresortivo y un 27,4% habían recibido una densitometría en los últimos 24 meses. La densitometría en mujeres de menos de 65 años es una de las pruebas identificadas como de escaso valor clínico en un (excelente!) trabajo publicado recientemente en Annals of Internal Medicine

 Diputadas y senadoras de diversos grupos políticos haciéndose una densitometría (previsiblemente) innecesaria en el marco de una campaña promocional.

España es medalla de plata en el Mundial de consumo de fármacos, pero obtuvo el oro en antiosteoporóticos (Véase el informeExtent and causes of international variations in drugusage: a report for the Secretary of State for Health by ProfessorSir Mike Richards”). Incluso por delante de Estados Unidos.

Es difícil saber cuanto gastamos en densitometrías innecesarias que llevan a tratamientos innecesarios. El gasto en antirresortivos aproxima los 500 millones de euros anuales. Probablemente, algo más del 50% se destina a personas sin riesgo. Ningún beneficio y algunos efectos adversos (necrosis mandibular, fracturas de huesos largos …).  Es un buen ejemplo de despilfarro, pero no es el único ejemplo. 

La extensión de las  indicaciones preventivas a grupos poblacionales de bajo riesgo es una de las formas de despilfarro más comunes en el Sistema Nacional de Salud. Incluyen los hipolipemiantes (casi 1000 millones en 2010) en prevención primaria en personas de bajo riesgo, las pruebas preoperatorias rutinarias, el uso generalizado de inhibidores de la bomba de protones, ecografías cardiacas en personas asintómaticas con soplos inocentes, … 

El despilfarro está de moda en la literatura médica. Berwick, en un recienteartículo en JAMA cifraba en un 20% del gasto sanitario los costes del despilfarro para el sistema sanitario estadounidense. Tocaría empezar a hacer cuentas en el SNS. Tocaría empezar a dejar de hacer lo que nunca debimos hacer. De alguna forma, para salir del agujero lo primero es dejar de cavar.

miércoles, 9 de mayo de 2012

Efectividad de las artroplastias de rodilla y cadera: ¿qué dicen los registros?, por Anna García-Altés (@annagaal)


Desde hace unos años, las artroplastias de rodilla y cadera se sitúan entre los procedimientos más frecuentes realizados en el SNS. En ambos casos, el coste económico que suponen es importante, a parte de los problemas frecuentes de listas de espera y de variabilidad (especialmente en el caso de las artroplastias de rodilla) que llevan asociados.

Como comentamos en un post anterior de este blog, la falta de regulación de los productos sanitarios tiene consecuencias importantes a nivel poblacional, dado que no se les exige demostrar su eficacia y seguridad para ser lanzados al mercado. De hecho, y para el caso de las artroplastias de cadera, incluso la prensa general se ha hecho eco de casos de efectosadversos.

Un artículo reciente, del BMJ  realiza una revisión sistemática de artículos que han analizado la efectividad de los distintos tipos de pares de fricción de las prótesis de cadera, la mayoría de ellos realizados con datos de registros nacionales. Los autores encuentran que los registros australiano, neozelandés e inglés muestran peores resultados (mayor necesidad de recambio) en los pares metal-metal, mientras que el registro australiano también encuentra peores resultados para los cerámica-cerámica.

Es sabido que los registros son un instrumento útil para conocer la efectividad de una intervención o procedimiento. En Cataluña, desde 2005 existe el “Registre d’Artroplàsties de Catalunya” (RACat). El registro combina datos propios recogidos de manera prospectiva, con datos del CMBD-AH, y con datos de un catálogo de prótesis. El registro permite hacer seguimiento de las tendencias en las artroplastias de rodilla y cadera, analizar la variabilidad de las características de los pacientes y las prótesis entre los hospitales, y empezar a conocer la supervivencia de las prótesis a medida que los datos de seguimiento sean más extensos.
Muy posiblemente, en el futuro cercano, el desarrollo de los sistemas de información hará innecesaria la creación de registros específicos, ya que está información quedará sistemáticamente recogida en los sistemas de información de actividad asistencial y será trazable. Las exigencias en este sentido son crecientes.  De momento, y a falta de una regulación más adecuada al respecto, este es un buen camino para ir obteniendo información para la mejora de la práctica clínica y la planificación sanitaria.

lunes, 30 de abril de 2012

Brillantes ocurrencias para explicar las cosas, por Carlos Campillo

El sistema de salud de los Estados Unidos deja sin cobertura a decenas de millones de almas y su gasto crece sin frenos… Intentos pasados de reforma quedaron en agua de borrajas. Llega a la Casa Blanca Obama y consigue a trompicones que se redacte y apruebe la Patient Protection and Affordable Care Act (ACA): más de 900 páginas.



Su origen: los buenos resultados obtenidos con la reforma del sistema de salud de Massachusetts (bajo el mandato, sí, de Mitt Romney, sneaky guy!). Su artífice: Jonathan Gruber, profe de economía del MIT, Director del Health Care Program, National Bureau of Economic Research y factótum también de la ACA.

La ACA es como un taburete con tres patas y, en resumidas cuentas, dos objetivos: ampliar la cobertura a 30 millones de esas almas y frenar el desbocado crecimiento del gasto. Las tres patas: obligar a todo el mundo a pagar un seguro (Individual mandate), ofrecer subsidios a las familias con bajos ingresos que no puedan comprarlo y exigir que las aseguradoras cubran a todos sin discriminación alguna.


Se estima que la reforma costará muchos millones de dólares. Se estima que a medio plazo ahorrará muchos más. Estimaciones. Algunas de sus más importantes medidas para controlar el gasto se están pilotando. Incertidumbre. Los primeros resultados obtenidos llaman a la cautela (implementation difficulties). Irrumpen barreras de inspiración (ultra)conservadora y filiación cercana a los que degustan el té en grupo. Son influyentes: denunciándola de inconstitucional, la han llevado a la Corte Suprema, que ahora intenta dilucidar cómo sale ilesa de ese atolladero (http://www.nejm.org/doi/pdf/10.1056/NEJMp1201848). Se esperaba, se porfía y la reforma prosigue. Les preocupa. 

 


Como les preocupa que la ACA y los problemas que con ella se intentan paliar los entienda todo el mundo. Su brillante ocurrencia: el cómic que muestra la foto. Gruber y Newquist (Universidad de Colorado) explican y justifican algo tan complejo, desmienten infundios y conjuran Death Panels con lenguaje llano, cercano a todos y con rigor. Quizá cierto exceso de esperanza cumbaya en el desenlace del cómic, pero como en sus teleseries.


Si  sale mal, que les quiten lo bailao: ingente cantidad de conocimiento que han extraído y difundido de este experimento natural del que aquí ya somos deudores.

Para tomar nota, animarse a emularlos y explicar, también así, nuestros asuntos.

jueves, 12 de abril de 2012

Influencia y transparencia, por Ricard Meneu

El comienzo de las vacaciones he reducido la escasa visibilidad de un interesante documento sobre la escamoteada realidad del lobbysmo farmacéutico en Europa: Divide &Conquer: A look behind the scenes of the EU pharmaceutical industry lobby .
Este “documento de investigación” producido por Health Action International (HAI)   y Corporate Europe Observatory (CEO)  - editores de la imprescindible “Lobby Planet Brussels – the EU quarter“  -puede ayudar a entender bastantes comportamientos de los organismos responsables de las políticas farmacéuticas europeas.
Aquí abundan los expertos que escrutan y critican razonablemente los fallos de la FDA y las políticas farmacéuticas….. norteamericanas, escandalizándose de las enormes sumas allegadas por la industria para aproximar las decisiones colectivas a sus particulares intereses. Entre estas pajas, raramente atisbamos la viga en el ojo propio que el citado documento nos muestra. Según los registros voluntarios de estas actividades, la industria farmacéutica destina anualmente 40 millones de euros a modular la toma de decisiones que le afectan.  Sin embargo, las estimaciones del trabajo cifran estos fondos por encima de los 90 millones anuales, lo que los haría superiores a los minuciosamente declarados en EE.UU, que el último año ascendieron a 86 millones de euros.
Parece que estamos en un ámbito que se ha escapado al avizorado escrutinio de los aficionados a la caza y captura de conflictos y sesgos. Así, algunas decisiones como el incremento de la protección de ciertos datos en Europa,  han podido responder más al interés por retrasar la comercialización de genéricos  que a alguna legitima preocupación por los principios de salvaguarda de privacidad. Otras voces han apuntado la verosímil contribución de este  importante  lobby a algunas de las cuestionadas decisiones adoptadas en respuesta a la gripe H1N1, especialmente la compra de ingentes cantidades de vacunas insuficientemente probadas.
Las actividades etiquetadas como lobbysmo son absolutamente legítimas, pues responden – a gran escala – al compartido interés  por acercar las decisiones colectivas a las preferencias e intereses de cada una de las partes implicadas. En lugar del habitual denuesto, o la sólita salmodia de píos deseos sobre como deberían comportarse los demás, parece que sería más útil esforzarse en incrementar la transparencia de estas actuaciones, establecer sus límites y revisar su consideración contable. 
Y ya puestos a pensar en una mejor regulación de estas actividades, atender en casa a las actividades de los visitadores “institucionales”, cuyo estirón en esta década sólo se ha acompañado de una creciente atención a los conflictos de interés… de los profesionales clínicos.

lunes, 19 de marzo de 2012

Variaciones en gasto farmacéutico y copago, por Enrique Bernal


Andábamos debatiendo sobre las reflexiones sugeridas por el artículo de Julie Donahue sobre las fuentes de variación en el gasto farmacéutico en Medicare en tres grupos terapéuticos: IECA-ARAII, estatinas e inhibidores de la recaptación de la serotonina o serotonina-epinefrina. Entre las regiones sanitarias Medicare, una vez se eliminan las diferencias en edad, estado de salud o condiciones socioeconómicas, el rango de variación en gasto farmacéutico per cápita osciló entre 2.413$ y 3.008$. El 76% de la variación se atribuyó al coste de la prescripción. Este resultado fue muy dependiente de la variabilidad en la prescripción de medicamentos de marca. Si el comportamiento prescriptor, genérico vs marca, fuese el de las "áreas" Medicare del quintil menor de gasto, el ahorro potencial alcanzaría 4,5$ billones de dólares, según los autores.

Su lectura sugería una primera reflexión. En entornos como el español, en los que la regulación de precios es muy intensa, las diferencias de gasto entre áreas, dependerán principalmente de diferencias en cantidad de dosis prescritas, y no de diferencias en precio. Alguna prueba de ello recientemente publicada: mientras que la variación en precio para IECA-ARAII osciló entre 0,4 y 0,6 euros, la variación en dosis diaria definida por habitante (una medida de la cantidad terapéutica que debería ser consumida por una persona en un día) osciló entre 116 y 473 DDD por mil habitantes y día. En consecuencia las políticas para reducir el gasto de dudoso valor deberían orientarse hacia la Q y no hacia la P.



Estas reflexiones nos condujeron hacia otros derroteros, aunque siempre en el potencial de desinversión en España: intervenciones quirúrgicas con alternativas más efectivas o más coste-efectivas, intervenciones diagnósticas en pacientes que no lo precisan, técnicas obsoletas, etc.

Y repentinamente, nos ha sorprendido la noticia. En Cataluña, un euro por receta. Podía pasar por alto la noticia, pero viene al pelo. Con la medida colocamos la carga de la prueba en los pacientes y no en los prescriptores y matamos dos pájaros de un tiro: arruinar cualquier debate sensato sobre copagos evitables y, sobre todo, olvidarnos de afrontar primero el problema de las prescripciones inadecuadas, gran parte de la Q. En Atención Primaria, la parte del león, y por poner algunos ejemplos: el 32% de las prescripciones de antibióticos son inadecuadas, el 55% de las faringoamigdalitis son inapropiadamente tratadas o el 53% de los tratamientos para la osteoporosis están mal indicados. Lo del límite de copago anual en 60 y pico euros y la modulación por renta no alteran la Mayor.

domingo, 12 de febrero de 2012

La efectividad y seguridad de los productos no farmacéuticos: ¿Qué sabemos?, por Anna García-Altés (@annagaal)

Recientemente han saltado a la luz pública varios casos de productos sanitarios con problemas técnicos. Más allá de los casos concretos (implantes de mama en Francia, artroplastias de cadera en el Reino Unido, etc.), se pone de manifiesto un problema generalizado: la insuficiente regulación de los productos sanitarios.


A diferencia de los productos farmacéuticos, a los que las agencias reguladoras como la FDA y la EMA exigen eficacia y seguridad frente a placebo en el marco de un ensayo clínico,  los productos sanitarios enfrentan exigencias muy menores para llevar la marca CE. Pero el tema no es menor ya que son muchas las personas que utilizan algún producto sanitario: desde una jeringa, a un stent o marcapasos, pasando por la utilización de alguna prueba diagnóstica.

                                                                   
La revista The Lancet comentaba hace pocas semanas el “escándalo de la regulación de los productos sanitarios en el Reino Unido”, pero el problema es extrapolable a cualquier otro contexto. De hecho, la US Government Accountability Office, en un informe del año pasado afirmaba que el sistema de monitorización de la FDA no podía impedir que estuvieran en el mercado productos sanitarios no seguros, a la vez que el IOM -Institute of Medicine- llegaba a conclusiones parecidas y proponía que se desarrollara un marco regulatorio pre y postcomercialización que asegurara la efectividad y la seguridad de los productos sanitarios.
 
Como es imaginable, el panorama es todavía peor si nos movemos a otros productos o servicios que pretenden ostentar la etiqueta de “productos para la salud”, puesto que la regulación es en este caso inexistente. Aquí podemos encontrarnos con fármacos homeopáticos, los alimentos funcionales o técnicas de acupuntura. El problema vuelve a ser importante, puesto que en términos poblacionales son muchos los ciudadanos que recurren a su empleo. 
En ausencia de adecuados controles, hasta la prensa general puede apreciar las implicaciones de lo que El País títulaba "La fe del escéptico", aplicada a cuatro ejemplos de salud: las terapias alternativas (sin fundamento científico), la homeopatía (que se sabe inefectiva), las ondas electromagnéticas (sin efectos adversos demostrado), y los movimientos antivacunas.
Ah! Este post está inspirado y documentado a partir de un cruce de mails entre varios colaboradores de GCS Gestión Clínica y Sanitaria. Como es usual, el agradecimiento a su estímulo no les hace complices de los posibles errores.

domingo, 5 de febrero de 2012

“Menos es más”: Evidencia científica y criterio clínico para dejar de hacer lo inefectivo, por Anna García-Altés (@annagaal) y Ricard Meneu

Sorprende la relativa desatención prestada en la última década a la sobreutilización inadecuada.  Ya en los textos canónicos sobre la calidad asistencial se afirmaba claramente que “un enfoque global para medir la calidad asistencial requiere atender a tres tipos diferentes de problemas de calidad; demasiada asistencia (sobreutilización), asistencia insuficiente (subutilización) y mala utilización (fallos y errores en los aspectos técnicos e interpersonales de la asistencia), como por ejemplo, en Donaldson MS. Editor: Measuring the Quality of Health Care.  A Statement by The National Roundtable on Health Care Quality.
Sin embargo, un reciente artículo de  Archives of Internal Medicine pone de relieve los pocos estudios realizados en Estados Unidos que analizan el problema del sobreuso de servicios sanitarios. Aunque sus conclusiones habrían sido diferentes si la revisión hubiera incluido estudios sobre temas tan relacionados con el sobreuso como las variaciones de la práctica médica o los estudios de efectividad, vale la pena echar un vistazo a los servicios identificados en la revisión, y los valores de sobreuso aportados: del 3% al 81% en broncodilatadores, del 16,1% al 80% en PSA, del 2% al 89% en antibióticos para infecciones del tracto respiratorio superior, o del 6,6% al 80% en marcadores tumorales, por señalar algunos ejemplos llamativos. Como en estos asuntos hace tiempo que consideramos útil tener presente la divisa atribuida a Mies Van Der Rohe, “menos es más”, aprovechamos aquí para poner al lector sobre la pista de varías iniciativas interesantes que identifican servicios sanitarios infectivos, basadas en la evidencia científica. 
La primera, empezando por casa, la propia GCS Gestión Clínica y Sanitaria, que en cada número incluye artículos identificando la (in)efectividad de algunas prácticas. Otra procede del mismo Archives of Internal Medicine, que bajo el título de “Less is more” publica una colección de artículos sobre el tema. Asi mismo, conviene  recordar que el NICE también comparte esta preocupación, siendo muy instructivo visitar su link a la base de datos de “Do not do recomendations”, basadas en el conocimiento acumulado por la organización a partir de sus informes y guías de práctica clínica: más de 850 prácticas para las cuales hay evidencia científica de que no son efectivas.

Además, en este contexto de crisis y recortes, los clínicos no se quedan atrás, y son variados los esfuerzos de identificación de prácticas no efectivas. De nuevo, el Archives of Internal Medicine publica una iniciativa del American College of Physicians que, mediante un proceso de consenso, han identificado 37 situaciones clínicas en las que una prueba de cribado o de diagnóstico no es efectiva; de modo parecido han actuado el Colegio Oficial de Médicos de Barcelona  y la British Medical Association. La Audit Commission ha ido un paso más allá y ha calculado también el ahorro que se conseguiría si no se llevaran a cabo tratamientos con poco o nulo valor .
 
Como se ve, no es por falta de pistas para los que busquen recortar sin disminuir, e incluso aumentando, la calidad asistencial.