Si alguien quiere cotillear quién es quién en economía de la salud,
cuáles son las principales instituciones de producción de la investigación en
esta disciplina, sobre qué temas se escribe, cuáles son los artículos más
citados y cómo dichos temas han ido subiendo o bajando en popularidad, entonces
lean el artículo de Adam Wagstaff y Tony Culyer “Four decades of health economics through a bibliometric lens” aparecido
recientemente en el Journal of Health Economics (volumen 31, pp.406-439), o su encarnación previa como Policy Research Working Paper 5829 del World Bank.
Si su curiosidad no es
tanta y no quieren entretenerse en examinar los detalles de las largas tablas
del hit-parade, entonces convendrá esperar a leer el resumen y comentario que he preparado para
Gestión Clínica y Sanitaria, donde recojo los resultados principales. Si lo que
quieren es un intermedio, entonces sigan leyendo este post.
Los autores hacen un
repaso de los últimos cuarenta años de la economía de la salud como disciplina
a través de un tour bibliométrico usando como principal fuente de datos
EconLit, complementada con información
sobre el número de citas procedente de Google Scholar y una clasificación por
temas ad hoc hecha por los propios
autores. El número de publicaciones extraídas
asciende a 33.000 aproximadamente. El análisis del impacto o la influencia de
un autor, revista o institución se mide a través del Índice-h (Hirsch, J.E.,
2005. An index to quantify an
individual’s scientific research output. Proceedings of the National Academy of
Sciences of the United States of America 102, 16569) y diversas variantes del
mismo, unas propuestas por los propios autores y otras no. En esencia,
dicho índice, que ha sido implementado rápidamente por SCOPUS y la Web of Science, resulta del
contaje del número de publicaciones y el
número de veces que cada publicación aparece citada. En las variantes se dan
diversas ponderaciones a unas y otras o se tiene en cuenta el número de
artículos publicados al año (en el caso de las revistas).
Los tres artículos más citados en estos
cuarenta años son el de Daron Acemoglu (The
colonial origins of comparative development: an empirical investigation, The
American Economic Review, 2001), el de Kenneth J. Arrow (Uncertainty and the welfare economics of medical care, The American
Economic Review, 1963), y el de Michael Grossman (On the concept of health capital and the demand for health, Journal
of Political Economy, 1972).
En cuanto a temas, a lo
largo del tiempo se observa una
tendencia creciente hacia la epi (determinantes de la salud) y la estadística y
econometría, mientras que el análisis de la oferta de servicios sanitarios y de
los seguros médicos decae –al menos, por lo que respecta a los 50 artículos más
citados en cada década.
El elenco de los diez primeros autores, entre la lista de 100
mencionados, nos deja 8 norteamericanos, un británico y un belga que trabaja en
Holanda. A la cabeza, David Cutler, que ha sido invitado alguna vez a nuestras
Jornadas de Economía de la Salud, seguido de Jonathan Gruber, profesor del MIT
y gran cerebro detrás de la reforma sanitaria de Obama.
Los principales centros de producción bibliográfica son, de nuevo,
estadounidenses. Hay que bajar hasta el puesto 22 para poder recoger al menos una
universidad canadiense (McMaster) y tres europeas: una británica, una holandesa
y una sueca. Entre las 100 primeras no aparece ninguna institución española.
El predominio de Estados Unidos, en su conjunto, también es abrumador tanto
como país productor de publicaciones como país objeto de análisis en las mismas.
España aparece en décimo lugar entre los países que originan la investigación,
por detrás de otros países más pequeños, como Holanda, Suecia, Suiza y Noruega,
pero por delante de otros más grandes, como Italia y Francia.
Finalmente, extraemos las 20 principales revistas, entre las 100
citadas que aparecen en la tabla 12.
Naturalmente, el trabajo está sujeto a numerosas críticas, empezando
por la elección de la base de datos. Los autores no ignoran que escogiendo
EconLit están cometiendo pecados de acción y de omisión. Pero por diversas
consideraciones que se discuten en el artículo, EconLit resulta preferible a
otras bases de datos bibliográficas, como Scopus, MedLine o el SSCI. Los
autores admiten que esto excluye numerosos artículos muy influyentes en la
disciplina que han sido publicados en revistas de carácter más médico o de
salud pública, como Health
Affairs, Social Science and Medicine, The Lancet, the NEJM, JAMA, the British
Medical Journal, etc.
Otra crítica, incluso más
importante, tiene que ver con los indicadores de impacto utilizados. Este es un
punto muy sensible que tampoco tiene fácil solución. Tener muchas citas no es
exactamente equivalente a ser un buen economista de la salud o tener mucha
influencia, ni en la profesión ni entre los que han de tomar las decisiones de
política sanitaria. Hay especialistas en
temas muy concretos que producen trabajos muy buenos sobre ese tema, pero que
no dominan el panorama general de la disciplina ni su trabajo es conocido en
los círculos de la administración sanitaria.
Teniendo en cuenta todo
lo anterior, quizás no deba importarnos mucho la relativamente baja posición de
España en estos rankings.
Pero en caso de que nos importara, una medida a tomar
sería cuidar de poner los códigos JEL referidos
al ámbito de la salud en nuestras artículos (presentes en EconLit están
Hacienda Pública Española, Investigaciones Económicas y Revista de Economía
Aplicada), puesto que estos códigos son los que definen una publicación como de
“economía de la salud” en este y otros trabajos bibliométricos previos. También
se podría hacer algún tipo de consorcio que agrupara los principales centros de
investigación españoles, para que la dispersión no nos haga perder fuerza y
visibilidad. Pero esto seguramente es más difícil.
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