lunes, 30 de marzo de 2020

El sistema sanitario catalán después del COVID-19


Este post es la traducción al castellano de un artículo publicado en el periódico Ara el 25/3/2020: http://ara.cat/_906e742c?s=e


La pandemia del COVID-19 está siendo todo un “test de estrés” para nuestro sistema sanitario: una demanda de servicios imparable que se debe atender con falta de material fungible (mascarillas, tests, trajes de aislamiento, etc.), falta de personal (porque está haciendo cuarentena), falta de camas de UCI, etc.

Cuando esto acabe, y nos dejemos de dar la culpa unos a otros por la falta de previsión, convendría pensar de formar constructiva. Aunque la que escribe piensa que el error principal ha sido a nivel europeo (tanto de los organismos de salud como de los económicos), las acciones de “reconstrucción” deberán ser locales. El sistema sanitario catalán hace muchos años que no se rediseña, y la crisis del COVID-19 nos está dando algunas pistas de cómo hacerlo.

Primero de todo, el COVID-19 pone de relieve la importancia de la salud pública. De forma muy inmediata, medidas sanitarias básicas como el lavado de manos están teniendo un papel clave en la transmisión de la enfermedad; es necesario que esto no se nos olvide, ya que es un elemento básico en la transmisión de muchos patógenos habituales que nos hacen enfermar, como la gripe, la conjuntivitis o muchas infecciones gastrointestinales. A medio plazo, el sistema sanitario deberá prepararse para una posible reemergencia del COVID-19 dentro de unos meses o cuando venga el próximo invierno, mientras no haya una vacuna disponible. A largo plazo, y muy importante cuando la crisis sanitaria termine y empiece la crisis económica, habrá que recordar más que nunca que el principal determinante de la salud de la población son las condiciones de trabajo y de vida, en las que habrá que focalizarse para encima de todo.

En segundo lugar, la necesidad de dar prioridad a los enfermos con COVID-19 ha hecho que se hayan tenido que anular pruebas innecesarias y retrasar intervenciones poco urgentes, sin que haya habido ninguna queja por parte de la ciudadanía. Que el sistema sanitario se focalice en aquellas actividades que aportan valor y deje de hacer lo que no es necesario o que aporta poco desde el punto de vista clínico no debería ser la excepción, sino la norma. De este modo, nuestro sistema sanitario será mucho más efectivo y eficiente.

Y, en tercer lugar, tres temas relacionados. Hay que repensar maneras en que los enfermos crónicos no tengan que visitar tanto su profesional de atención primaria por temas totalmente rutinarios (control de la presión arterial, renovación de recetas, etc.). Actualmente, la tecnología nos lo pone fácil, y se puede promover el autocuidado con seguimiento clínico mediante herramientas telemáticas. En este sentido, el COVID-19 ha hecho que muchas personas descubriésemos tanto el 061 como la e-salud, la herramienta de “chat” con nuestro profesional sanitario de referencia disponible para toda la población. Estudios realizados en nuestro contexto -anteriores al COVID-19- nos dicen que la e-salud puede evitar casi el 90% de las visitas al centro de atención primaria por algunos motivos de consulta. Y, por último, en relación a las personas mayores, es imperioso pensar qué modelo de atención queremos. El caso de la infección masiva por COVID-19 en algunas residencias sociales en Madrid (a pesar de ser no ser en absoluto generalizable) hace pensar en que tenemos que decidir de una vez cómo queremos que sea la atención social y sanitaria a la gente mayor. ¿Hay que cambiar, como en los países nórdicos, hacia opciones de co-housing que promuevan la autonomía de las personas, donde se pueda aplicar el autocuidado y las herramientas telemáticas, y donde también haya apoyo sanitario?

Estos días mucha gente está saliendo a los balcones y las ventanas para aplaudir a todas aquellas personas que están facilitando el confinamiento del país, y muy especialmente al personal sanitario. Debemos seguir valorando positivamente nuestro sistema sanitario y, para ello, se necesitan algunas reformas que el COVID-19 ya ha puesto en marcha.

Anna García-Altés
@annagaal