Ya está disponible en la red y distribuyéndose en
papel el número 59 de Gestión Clínica y Sanitaria, y a punto de entrar en
imprenta el 60, con lo que ¡!al fin!! coincidirán
el calendario y la cabecera de GCS.
En este GCS 59 varios artículo analizan diversos aspectos de
las nuevas estrategias para lidiar con el creciente volumen de tratamientos de
alto precio e incierta eficacia, entre
las que se cuentan los esquemas negociados de acceso (ENA), pero también
los esquemas de reembolso
basados en resultados y las trayectorias adaptativas en las decisiones de
autorización, cobertura y precio de los nuevos medicamentos.
Como señala Anibal García-Sempere en una de sus
colaboraciones, en los últimos años, el número de nuevos fármacos de alto
precio e incierta eficacia ha crecido exponencialmente, dinámica que empuja a
los gestores sanitarios a idear diferentes estrategias -managed entry agreements o esquemas negociados de acceso (ENA)- para
acotar las incertidumbres asociadas a su uso, precio y efectividad, y controlar
su impacto sobre los sistemas de salud. Aunque el desafío es compartido, las respuestas
son locales. Cada país aplica los ENA a fármacos diferentes, y cuando coincide
el fármaco, difiere el tipo de acuerdo. Los autores de una revisión internacional hallan una cierta relación,
razonable, entre la selección del tipo de ENA, las políticas farmacéuticas que
los fomentan y sus estructuras de gobierno
Los acuerdos a nivel
fármaco-indicación, siguiendo el marco conceptual que proponen los autores
del trabajo comentado, buscan reducir la incertidumbre asociada a la
efectividad, al precio o al uso del fármaco, con el objetivo de mejorar su
relación coste-efectividad (C/E) y/o reducir su impacto presupuestario. Dado
que a menudo estos nuevos fármacos combinan los tres tipos de incertidumbre,
los ENA orientados a ajustar el C/E parecen resolver mejor la ecuación que los
ENA de contención presupuestaria. Sin embargo, este análisis se mueve a nivel
micro: en los acuerdos fármaco-indicación, la mejora de eficiencia o la
reducción del impacto presupuestario se acota, obviamente, al
fármaco-indicación objeto del ENA. Pero ¿qué sucede a nivel sistémico? ¿es
suficiente compartir estos riesgos en el micro?
Si los ENA a nivel
fármaco-indicación son útiles, las actuaciones a nivel macro que aseguren la solvencia financiera del sistema en su
conjunto parecen esenciales. Siguiendo esta lógica, puede tener sentido
combinar intervenciones: establecer ENA de ajuste de la relación C/E por fármaco
(ENA basados en resultados para fármacos de primera línea, cáncer de pulmón,
por ejemplo) y, en paralelo, ENA de corte financiero a nivel agregado (por
ejemplo, capping o techo para el conjunto). Coronaríamos
dotando al techo de un carácter dinámico
(permitiendo la entrada de nuevos fármacos) pero cerrado (a costa de desfinanciar
el de peor relación C/E). Que los tiburones no nos impidan ver el tsunami.
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