jueves, 2 de julio de 2020

Si puedes, lee este libro. Por Miquel Porta


Si puedes, lee este libro

Resumen de la reseña del libro de Antonio Sitges Serra “Si puede, no vaya al médico” (Barcelona: editorial Debate / Libros del Zorzal, 2020).
Puedes acceder al texto completo de la reseña  AQUÍ
Miquel Porta @miquelporta

 
Un libro necesario, riguroso y valiente, no perfecto

A mi parecer, este es un libro necesario, riguroso y valiente. Bien documentado y muy bien pensado. No perfecto, por supuesto. Hará bien a quien lo lea con pocos prejuicios, desagradará a quien sea alérgico a la más mínima crítica. Excelentes marcos y bases filosóficas y culturales. Por fin un médico vuelve a enlazar con la tradición de tratar los problemas médicos desde marcos y bases filosóficas y culturales sólidas. Y con la tradición de utilizar problemas médicos para trabajar cuestiones filosóficas y culturales relevantes.

Todo el libro nos recuerda que en la mayor o menor presencia de pensamiento crítico también nos jugamos cuestiones más prosaicas y técnicas: como la necesidad de recomendar solo procedimientos sanitarios (cribados, vacunas, fármacos, exploraciones, intervenciones quirúrgicas, etc.) de efectividad y eficiencia demostradas, informar y conversar respetuosa y autónomamente con poblaciones e individuos (sanos y enfermos), no crear tecnodependencia ni promover la tecnolatría, afrontar y cuando sea necesario aceptar el sufrimiento o la trsiteza, prevenir iatrogenia, prevenir muertes prematuras, no culpabilizar a las víctimas, promover formas de vida personal y colectiva responsables y morales, denunciar y controlar la corrupción...



Tratar problemas médicos desde marcos culturales,
trabajar cuestiones filosóficas utilizando problemas médicos

Uno de los puntos fuertes del libro es la mirada –el análisis– cultural que Toni despliega sobre cuestiones tan relevantes (para la sanidad, la filosofía y la moral, la economía o la sociedad) como el excesivo intervencionismo médico, la hipocondría individual y social, la tecnolatría y los fraudes tecnocientíficos, incluyendo la obsesiva venta fraudulenta de promesas y falsas expectativas por parte de médicos, tecnólogos, empresas y hospitales, en un contexto cultural e industrial de “abducción utópica” (p. 28) y de constante, imprescindible creación de... más expectativas; también, cuestiones como la corrupción industrial, política, mediática, médica y académica, las debilidades del mundo editorial científico, la ausencia de valores a favor de la persona...

Infrecuente y valioso es también que un libro crítico como este lo escriba un médico y cirujano, pues (aunque) desde otros ámbitos –salud pública, sociología, ciencia política– hace varias décadas que desarrollamos análisis parecidos. Por lo tanto, aunque sea falsa no tiene mayor importancia la afirmación de que “desde Némesis, de Ivan Illich, no disponemos de texto alguno que se haya propuesto sistematizar una crítica cultural de la medicina”. Tampoco es grave que en diversas partes del libro Sitges refleje estar poco familiarizado con la literatura científica española e internacional sobre servicios sanitarios; los excelentes trabajos de profesionales cercanos a la Asociación de Economía de la Salud (AES), por ej., habrían enriquecido algunas páginas. Una mayor atención a los conocimientos científicos y a la reflexión cultural sobre las indicaciones y efectos (poblacionales e individuales) de los cribados también le habría permitido hilar más fino.

Sociedades científicas y profesionales como la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPAS), la Sociedad Española de Epidemiología (SEE) o la ya citada AES son asimismo ejemplares en muchos de los sentidos relevantes cuando valoramos el libro; no perfectas, por supuesto. No importa los productos de estas organizaciones podrían o deberían haber tenido mayor presencia en el libro (podrían), pues toda obra y autor tienen limitaciones. Lo que sí importa es que la realidad del trabajo de esas organizaciones se tenga en cuenta cuando analizamos las cuestiones que aborda el libro.

Si consideramos más lo que unos y otros hacemos (nuestras en tantos papeles olvidadas praxis), si nos leemos y conversamos más, veremos con claridad esto: que tenemos la atractiva obligación y muchas posibilidades de que estas redes y flujos de pensamiento crítico maduren todavía más.


Otras virtudes y fortalezas del libro
 Muchos intentarán ningunear este libro no por sus defectos, que son un acicate para el debate, sino por una poderosa razón: su valentía. Así, por ej., al analizar los abusos del sector privado de medicina o los de la propia tecnolatría en cirugía, además de los ya comentados antes.

Recalco también que el libro combina bien lo factual (hechos) con los análisis filosóficos, culturales y políticos. Asimismo destaco el atractivo recurso a casos clínicos. Y elogio el general tono respetuoso, sereno, ponderado.

Uno de los ejes que atraviesan el libro que merece más atención es la crítica a la promoción acrítica e interesada de falsas tecnoutopías. “Hay más realismo en el Génesis que en el culto al dios menor tecnológico”: es una de las pinceladas brillantes en un capítulo especialmente lúcido (el capítulo 3) sobre la “religión tecnoutópica”, el solucionismo, la tecnolatría, los tecnoadictos, tecnopolitas y demás agentes patógenos del actual complejo tecno-quimio-sanitario. En el análisis que el libro hace de esta problemática hubiese tenido sentido incluir a las ciencias genómicas y otras “ómicas”, con su lamentablemente espesa retahíla de promesas clínicas incumplidas. Y ahí cabría de nuevo enlazar con las aportaciones críticas que se vienen realizando desde hace años. Relacionado con ello está el tratamiento generalmente matizado y “poliédrico” de las ideas relativas al progreso.

Asimismo me ha parecido oír el rumor almidonado de la túnica de Dios rozando los estucados pasillos del libro. También he disfrutado escuchando el crepitar sedoso del azar, “si es que el azar existe”.


¿Sobrexpresión de la proteína T2PfM?
 Muchas reflexiones del libro son positivas y en positivo. Incluso detalladas y explícitas. También las recomendaciones de autores y lecturas.

Mi aprecio por ello no disminuye un ápice al constatar que en diversas partes del libro me ha parecido detectar algunos síntomas y signos clínicos de un problema bastante prevalente en nuestras sociedades y que, por tanto, podría afectar no solo al autor sino también a bastantes de nosotros, lectores del libro: un posible, discreto aumento de las concentraciones sanguíneas de la proteína T2PfM (Todo Tiempo Pasado fue Mejor).

Está bien, por supuesto, que admiremos gran parte de la obra de Pascal, Lavoisier, Newton o Galileo, Montaigne o Machado, sabios gigantes, cabalmente presentes en el libro; es un placer encontrarles en él paseando con Sitges. Otra cosa es que mitifiquemos e idealicemos, a menudo implícitamente, la totalidad de su obra o incluso los cimientos, el contexto, las instituciones y hasta el conjunto de la sociedad de su tiempo via T2PfM. O que utilicemos a los sabios de la antigüedad, o de nuestra bendita juventud, para no ver lo que ahora va mejor.

Creo que es un error ancestral proyectar las bondades de la obra de un individuo o grupo de individuos más allá de ellos, obviando sus limitaciones y las de su tiempo, para dar más solidez a las legítimas críticas a lo que hoy va mal.

Esta es una de las reflexiones que más han estado en mi cabeza a lo largo del libro: que es imprescindible e inexcusable apreciar a la vez lo que hace bien y lo que hace daño, tanto lo que está bien como lo que está mal.

@miquelporta


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