Durante este año que ya acaba muchos hospitales del SNS se han esforzado por implantar de manera generalizada el empleo de la lista de verificación quirúrgica avalada por la OMS (ÉSTA). La literatura disponible (*) muestra que el empleo sistemático de rutinas verificatorias de esta especie contribuye a reducir los efectos adversos, tal y como sucede desde hace años en la aviación comercial. Aunque algunos hospitales ya empleaban instrumentos similares, entre las ventajas de su generalización se cuenta el reducir las resistencias – dificulta argüir que “es imposible” o “es inútil” – y el permitir las comparaciones, compitiendo por la excelencia.
Los resultados, recién publicados en el New England (AQUÍ o AQUÍ) de la experiencia holandesa con el “SURPASS” – un instrumento similar que amplía su ámbito desde el quirófano al conjunto del proceso asistencial quirúrgico – son estimulantes: Las complicaciones se redujeron del 27,3% al 16,7% y la mortalidad hospitalaria asociada del 1,5% al 0,8%, sin solapamiento de sus IC.
La célebre curva de adopción de innovaciones a menudo olvida la peripecia de los “adoptadores tempranos”, que pueden desistir o saltar a innovaciones posteriores. El SURPASS puede proporcionar a los centros que ya han alcanzado un envidiable nivel de seguridad una magnífica ocasión para explorar el siguiente paso en la larga senda de la reducción de eventos adversos evitables. También puede espolear a los más retrasados para no quedarse a la zaga de la penúltima innovación.
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