En cualquier
caso debe aplaudirse la constitución del Comité Especial para la gestión de la
enfermedad por el virus del ébola en España, así como la del Comité Científico
que asesorará al Gobierno, porque el gobierno de una crisis de salud pública
requiere estructura adecuada y coordinación. De hecho lo que hasta ahora se ha
echado en falta es un buen gobierno de la crisis. En las instituciones
sanitarias españolas, incluido el Ministerio de Sanidad, hay funcionarios con
alta capacidad en gestión de crisis. Algunos de ellos han participado en el
control de crisis graves en diversas partes del mundo y su prestigio les lleva
a asesorar y a participar en la formación de profesionales de otros países
sobre cómo afrontar crisis de salud pública.
Hay capacidades
suficientes tanto en la salud pública como en los servicios sanitarios y se
cuenta con recursos de alto nivel en el Instituto de Salud Carlos III, en el
Centro de Investigación en red de Epidemiología y Salud Pública y otros muchos
centros punteros en toda España. Parece que ha habido cierta desconexiónentre el estrato técnico y el directivo y, por otra parte, hay una aparente
resistencia de las autoridades a contar con todo el caudal de competencia y
capacidad de instituciones como las antes mencionadas y las sociedades
científicas y profesionales que además se están ofreciendo permanentemente.La decisión del
Gobierno de establecer estructuras técnicas y de coordinación es por tanto
favorable pues permitirá coordinar todas las acciones basándose en el asesoramiento
técnico. Porque los protocolos no son camisas de fuerza, son
instrumentos que ayudan a las decisiones que deben adoptarse en base al mejor
conocimiento científico disponible y las consecuencias previsibles.
En nuestro caso
en su aplicación debía haber primado la precaución, es decir, que era mejor
tener muchos falsos positivos con las posibles molestias que causa a las
personas que se someten a medidas de prevención innecesariamente, que falsos
negativos, con las graves consecuencias que puede llegar a tener que personas
que estando a riesgo de contagiar a otros sigan haciendo sus actividades
habituales. Un comité científico nombrado antes de la repatriación del primer
caso podría haber realizado un oportuno análisis de riesgo, haber contrastado
los protocolos de actuación y haber acordado el plan de vigilancia y control de
las personas expuestas a riesgo que, indudablemente, habría sido más efectivo.
Además de los
dos comités citados, es conveniente ampliar la estructura con los subcomités
que están previstos en todos los manuales de gestión de crisis epidémicas, por
ejemplo el subcomité de logística, el de acción intersectorial o el de
comunicación. En sus protocolos -por ejemplo el de comunicación- deben prever
contingencias hasta ahora inéditas, como que, usando un eufemismo, un Consejero
incurra en clamorosas ineptitudes. Por nuestra parte y por el conjunto de la
sociedad, queda colaborar leal y constructivamente con el Gobierno para
solucionar el problema.
Ildefonso
Hernández Aguado es presidente de la Sociedad Española de Salud Pública y
Administración Sanitaria (SESPAS).
http://www.elmundo.es/salud/
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