Cortar y recortar son los “trend-topics” de esta temporada, pero incluso en esto hay distintos instrumentos y maneras. Es propio del sector sanitario el corte fino, preciso, eliminando lo patológico sin dañar lo funcionante: le llamamos cirugía. También en otros ámbitos, como el gasto farmacéutico, se puede ser más fino, abordándolo desde la perspectiva de la adecuación.
Lo ilustraré con un ejemplo debatido en una mesa en las XXXI Jornadas de la Asociación de Economía de la Salud (mayo 2011) a propósito de la osteoporosis, respecto a la que existe enorme controversia sobre ¿a quién y con qué deberíamos tratar? . Se presentaron datos de un estudio nacional que observa un gasto de 500 millones de euros en fármacos para la osteoporosis para el año 2008 en España. El estudio mostraba una variabilidad importante en la utilización de estos tratamientos, fundamentalmente en fármacos de alto coste (hormonas paratiroideas), de hasta 24 veces dependiendo del área de salud y hasta 4 veces dependiendo de la CCAA. En la misma mesa se informaba también que la variabilidad en el gasto de fármacos antiosteoporóticos (similar a la de la utilización) dependía fundamentalmente de la variación en utilización de hormonas paratiroideas (por su alto precio) y en bifosfonatos (por su alta utilización).
Pero además de la alta variabilidad en su utilización y gasto, existe una alta variabilidad en las recomendaciones. Datos preliminares de un estudio realizado en Valencia (presentados en la misma mesa) confirmaban este aspecto. Según las recomendaciones de las diferentes guías deberíamos tratar entre el 23 y el 42% de las mujeres mayores de 50 años, lo que en el conjunto del SNS tratar entre 1,9 y 3,6 millones de mujeres según se siguieran unas recomendaciones u otras. No extrañará pues que la adecuación en la utilización de estos fármacos sea muy baja. El mismo estudio mostraba que de las mujeres tratadas en la ciudad de Valencia (21,0%) entre el 50 y el 73% - según las distintas recomendaciones - no reúnen criterios para ser tratadas, mientras entre las no tratadas (79,0%) deberían recibir tratamiento entre el 22% y el 39%.
Obviamente hay que basarse en la mejor evidencia disponible a la hora de tomar decisiones, pero también hay que tener los pies en la tierra. Beatriz González López-Valcárcel aportó datos preliminares de un estudio en el que mostraba que seguir una de las recomendaciones de la International Osteoporosis Foundation, (tratar a las mujeres con una probabilidad a los 10 años de fractura de cadera mayor al 3 %), supondría con el fármaco más barato del mercado (alendronato genérico) más de 4.000 millones de euros para el SNS, que supone un tercio del gasto global en farmacia para el año 2009.
En resumen, existe una variabilidad importante (cantidad y elección de fármaco) entre Áreas de Salud y Comunidades Autónomas, esto tendrá implicaciones para los pacientes (se tratarán de forma diferente para el mismo problema de salud según el lugar donde vivan) y repercusiones en los costes (alta variabilidad en los subgrupos de precio alto). Hay una alta variabilidad en las recomendaciones, que tiene un impacto potencial importante en la instauración de tratamientos. Y en definitiva, aunque nos estemos gastando en medicamentos para la osteoporosis probablemente lo mismo de lo que debiéramos (a pesar de ser el top 1 a nivel mundial según el informe Extent and causes of international variations in drug usage) lo estamos haciendo (en demasiadas ocasiones) en la diana equivocada. Esto conlleva pacientes de bajo riesgo tratados y como consecuencia efectos adversos y gasto innecesario en medicamentos, y pacientes con alto riesgo de fractura que no están siendo tratados y que supondrán un coste social y sanitario importante.
En definitiva, hay un amplio margen de mejora, y este parece un camino razonable por donde intervenir para mejorar la salud de la población y, al mismo tiempo, reducir costes. Si fuera así, bienvenidos sean esos recortes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario